Esta receta la encontré en el blog de una amiga que conocí por Facebook que tiene multitud de recetas de todo tipo. Esta en concreto la hizo durante el confinamiento, y me pareció tan buena y fácil que no podía no probarla! Con lo que me gustan a mí las rosquillas... ñam ñam.
El blog por si no lo conocéis y queréis echarle un vistazo es: El Blog de Débora - Mis recetas del día a día.
También os dejo el enlace a mi receta de las rosquillas de anís, donde podéis ver el video del paso a paso, que viene con truco incluido!
La única diferencia con la receta de Débora es que he utilizado 100 gramos menos harina, quizá porque la que utilicé absorbía demasiado y no quería que me quedaran las rosquillas como un mazacote, pero eso lo vais viendo sobre la marcha...
Ingredientes:
- 2 huevos
- 100 gramos de azúcar blanco
- 1 yogur de limón (o natural)
- 250 gramos de queso crema (tipo Philadelphia)
- 1 sobre de levadura química en polvo
- 500 gramos de harina (aprox)
- Aceite para freír
- Azúcar para rebozar
Elaboración:
1. En un bol, ponemos los huevos con el azúcar y batimos. Si es con varillas eléctricas mejor, si no, a mano también está bien.
2. Una vez los huevos estén blanqueados, añadimos el yogur y el queso crema y batimos de nuevo.
3. A continuación, agregamos la levadura y tamizamos sobre la mezcla la mitad de la harina y vamos mezclando.
4. Continuamos incorporando la harina poco a poco. Cuando no podamos seguir utilizando las varillas, seguimos mezclando con las manos.
5. Pasamos entonces la masa a la mesa de trabajo previamente enharinada. Amasamos unos minutos y terminamos de incorporar la harina si es que nos quedó algo.
6. Ponemos la bola de masa en un bol y lo tapamos, dejándolo reposar aproximadamente una hora.
7. Una vez reposada, nos engrasamos un poco las manos con aceite y comenzamos a hacer las rosquillas.
8. Yo lo hago de la siguiente manera: cogemos una porción del tamaño de una albóndiga más o menos, le damos forma de bola y hacemos un agujero en medio, que vamos agrandando poco a poco. Con el revés de un cuchillo marcamos una línea por todo el contorno de la rosquilla (con cuidado de no partirla en dos) y así obtendremos esa forma tan característica que parece que son dos rosquillitas unidas.
9. En una sartén honda con abundante aceite caliente, vamos poniendo las rosquillas y las freímos por tandas, sin llenar la sartén ya que aumentarán de tamaño y tenemos que tener espacio suficiente para darles la vuelta sin dificultad.
10. Cuando estén doradas por ambos lados, las escurrimos sobre un plato con papel de cocina absorbente.
11. Finalmente, las rebozamos en el azúcar y las dejamos enfriar (si es que podemos antes de probarlas!)
Notas:
- La autora nos dice en su blog que si las queremos más dulces podemos añadir más azúcar y que si queremos darle un toque extra de sabor podemos añadir ralladura de limón e incluso el zumo.
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