Los cakepops de oreo son de los primeros que aprendí a hacer ya que se necesitan pocos ingredientes y son muy sencillos, sólo hay que saber algunos "trucos" para evitar que las bolitas se resbalen a lo largo del palo y terminen por romperse. Son, además, muy versátiles en cuanto a decoración, ya que, no sólo podemos cambiar el color de la cobertura, sino que podemos agregarles cuantas cositas se nos ocurran: sprinkles, azúcar de colores, pequeños motivos en fondant... Además de ponerles lacitos o envolverlos en celofán, lo que los convierte en indispensables a la hora de montar una mesa dulce para un cumpleaños, una boda o cualquier otro evento, ya que, además de ser "monísimos", su sabor hace que sean los primeros en desaparecer, y no sólo por parte de los niños, también de los no tan niños!
En principio, las medidas podemos hacerlas "a ojo", e ir agregando la crema que va a amalgamar la galleta poco a poco hasta conseguir la consistencia y textura adecuadas. Después de haberlos hecho varias veces, os voy a indicar las medidas que yo utilizo, que son aproximadamente 2,50 gramos de queso por cada galleta.
Ingredientes:
- 12 galletas tipo Oreo
- 75 gramos de queso crema (tipo Philadelphia)
- Chocolate para fundir (aprox. 100 gramos)
- 1 cucharadita de mantequilla
Elaboración:
1. Ponemos las galletas en un procesador de alimentos para convertirlas en polvo (con el relleno incluido).
2. Vertemos este polvo de galleta en un bol y le añadimos la crema de queso. Lo mezclamos con ayuda de una espátula o cuchara de madera hasta que se integre bien y se forme una bola, que refrigeraremos al menos unos 30 minutos.
3. Pasado este tipo, cogemos porciones de esta masa, no muy grandes, para que su peso no las haga caer o romperse.
4. Volvemos a refrigerar las bolitas mientras hacemos la cobertura. Para ello, fundimos al baño María o en el microondas (en tandas de 30 segundos) el chocolate con la mantequilla.
5. Sacamos las bolitas de la nevera y mojamos la punta de cada palito (especiales para cakepops o si no, de brocheta) en el chocolate, y los clavamos en cada bola pero no más allá de la mitad, ya que si atravesamos mucho la bola, corremos el riesgo de que se agriete por completo y se rompa. Las ponemos en un plato o bandeja al revés, es decir, con el palito mirando hacia arriba.
6. Refrigeramos de nuevo para que el chocolate se endurezca y funcione como una especie de "tope" que evitará que las bolas resbalen hacia abajo.
7. Una vez endurecido, pasamos las bolas por el chocolate restante (volvemos a fundir si fuera necesario) y ya las colocamos de pie, es decir, la bolita hacia arriba, poniéndolas, por ejemplo, en un vaso alto o una jarra...
8. Las metemos en la nevera para que el chocolate solidifique y ya podemos decorarlos al gusto.
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